El entorno familiar influye en la inteligencia más que los genesLa estimulación del cerebro depende del trato con el entorno de una persona, cuyas consecuencias ya comienzan en la infancia, y además se combinan con factores de vecindario, cultura y educación. De este modo, según su teoría, la pobreza disminuye el coeficiente intelectual.
El entorno familiar es mucho más poderoso que la influencia genética en la determinación de la inteligencia, según el psicólogo social Richard E. Nisbert, director de este informe en colaboración con la universidad de Michigan.
Para Nisbert, los nuevos estudios sobre la eficacia de las intervenciones educativas han mostrado que los factores ambientales, que nada tienen que ver con los genes, afectan poderosamente la inteligencia, una teoría que él mismo ha demostrado mediante logros reales.
Así, a su juicio, la estimulación del cerebro depende del trato con el entorno de una persona, cuyas consecuencias ya comienzan en la infancia y además, explica, se combinan con factores de vecindario, cultura y educación. De este modo, según su teoría, la pobreza disminuye el coeficiente intelectual.
"Cuando uno cree que la inteligencia está bajo su control, y tiene padres y madres que le exigen logros, pueden lograrse maravillas", escribe Nisbert.
Del mismo modo señala, en un libro que editará en febrero W. W. Norton and Company, Inc., recogido por otr/press, que los genes no desempeñan un papel en las diferencias de cociente intelectual entre diferentes razas.
La clase social y las diferencias entre esos grupos comienzan temprano en la infancia y se combinan con factores de vecindario, cultura y educación que ensanchan esa brecha.
"Necesitamos una educación intensiva en la primera infancia para los pobres y visitas hogareñas que enseñen a las familias cómo pueden alentar el desarrollo intelectual", escribe Nisbert.
La pobreza está vinculada con muchos factores ambientales de naturaleza biológica y social que disminuyen el cociente intelectual y los logros académicos. Estos factores incluyen la mala nutrición, cuidado médico inferior, baja tasa de amamantamiento y estilos de crianza de hijos que son menos cálidos y dan menos apoyo que los de familias con un estatus socioeconómico más elevado.
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